28.000 por el Clima: School for a Change | Adici - Aula digital de la ciudad

28.000 por el Clima: School for a Change

Intervención de Esteban de Manuel Jerez presentando el proyecto School for a Change. Madrid, viernes 9 de septiembre de 2022, Espacio Ecooo

Buenos días, gracias por vuestra asistencia y atención. Vengo a hablaros del proyecto Escuelas por el Cambio diseñado por Teachers For Future Spain en colaboración con el grupo de investigación ADICI al que represento.
En nuestro grupo de investigación, ADICI, Aula Digital de la Ciudad, venimos trabajando desde la década de los 90 en el diseño y acompañamiento de proyectos de investigación acción participativa para el cambio educativo y la mejora socioambiental de nuestras ciudades. Nuestro grupo trabaja con nuestros estudiantes de grado y postgrado en proyectos de Aprendizaje y Servicio a la Comunidad, en colaboración con centros educativos, asociaciones vecinales y administraciones públicas. Proyectos que han permitido impulsar transformaciones reales en nuestros entornos urbanos a la vez que transforman nuestra manera de ver, pensar y actuar en la realidad. Proyectos que han formado a agentes de transformación de nuestros barrios y ciudades.

¿Qué objetivo persigue escuelas por el Cambio y cómo podemos contribuir cada una de las personas que aquí estamos a dicho objetivo, cada cual desde su lugar?

Las evidencias científicas en las que se basan las conclusiones de los informes de los paneles de expertos son concluyentes. Estamos perdiendo la batalla frente al cambio climático. Año tras año siguen incrementándose las emisiones de C02 y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera. No hemos conseguido reducir el problema lo más mínimo pese a las declaraciones internacionales suscritas en las sucesivas cumbres mundiales por el clima.

El informe del IPCC 2018 para la COP24, que daría lugar a las declaraciones de emergencia climática suscritas por Universidades y administraciones públicas en todos los niveles, decía con claridad que para contener el incremento de la temperatura media del planeta en un límite de seguridad, fijado en 1,5 ºC, “se necesita un esfuerzo sin precedentes, en cuestión de energía, industria, transporte, agricultura, ciudades y edificios. Llegar a reducir alrededor de un 45% las emisiones globales de CO2 de origen humano en 2030, respecto a los niveles de 1990, y lograr el ‘cero neto’ en 2050”.

El informe señala así las líneas de acción que es preciso emprender. En todas ellas tenemos experiencias de buenas prácticas que nos permiten afirmar que sabemos lo que es preciso hacer para mitigar el problema y ponerle freno. Entonces, ¿por qué no lo estamos haciendo?

Nuestro problema no es de naturaleza técnica, de técnicas a desarrollar en el futuro, es un reto de naturaleza social, cultural, económica y política. Pese a las evidencias científicas, el negacionismo climático se extiende, con un nuevo rostro, amparado por la proliferación de falsas noticias, el clima de relativismo ético y epistemólogico y el sentimiento de frustración de una sociedad que sufre las consecuencias de una crisis global sin tener herramientas para entenderla y hacerle frente.

El negacionismo está siendo propiciado por una élite que ve amenazados sus privilegios si se producen los cambios que precisamos emprender. Para ello vende la falsa idea de que la crisis climática y global nada tiene que ver con la acción humana. Por consiguiente, nada podemos hacer, nada tenemos que hacer, tan solo prepararnos para defender nuestros intereses frente a los intereses de otros. Es un mensaje populista. El negacionismo está fracturando la sociedad cuando más necesitamos unidad. Está propiciando la salida egoísta a la crisis global cuando más necesitamos ser solidarios y cooperativos.
Los cambios sin precedentes no se podrán dar sin un amplísimo consenso social y político. Y nos jugamos el futuro en hacer que esto sea posible. Es aquí dónde entra la apuesta que representa 28.000 por el Clima y el proyecto SCHOOL for a Change.

¿Y si los 28.000 centros educativos de España fueran motor de la construcción de ese consenso, fundamentándolo en el conocimiento, construido socialmente de abajo a arriba, desde las aulas a la ciudad y viceversa? ¿Cómo sería posible?

La crisis climática es una manifestación de la crisis global, que es una crisis civilizatoria. El cambio tiene que empezar en la cultura y por tanto desde la educación, tal y como proponen personas sabias como Paulo Freire, Francesco Tonucci y Edgar Morin. Necesitamos nuevas formas de pensar, reordenar nuestros valores y actuar de forma audaz, colaborativa y solidaria. Todos los procesos de cambio precisan un periodo inicial de experiencias pioneras, que se demuestren exitosas, y que sean replicables a gran escala.

La educación puede ser motor del cambio social y para ello en las escuela hacen falta grupos motores de pioneros. En este sentido tenemos ya una base sobre la que apoyarnos para el necesario salto de escala.
Tenemos una red de expertos en educación ambiental que saben cómo implementar currículum que cambien nuestra forma de ver, pensar y actuar para lograr un medio ambiente saludable que favorezca la vida. El aprendizaje investigativo y el aprendizaje y servicio, que cuenta con una amplia red en España y a nivel internacional nos ofrece ejemplos de buenas prácticas de aprendizaje transformador, sobre las personas y sobre el medio.

Son multitud las escuelas que en toda España están trabajando desde hace muchos años para producir un cambio socioambiental. Hay centros educativos de todos los niveles que impulsan proyectos y programas de educación ambiental, tenemos una red de Ecoescuelas, tenemos multitud de centros que impulsan cambios en su entorno, como los que ya forman parte de la red impulsada por Profesores por el Futuro. Escuelas que tienen huertos escolares, comedores ecológicos, caminos escolares, programas de residuos cero, de renaturalización, de ahorro de energía y de comunidades energéticas. Sigamos sumando este año más y más escuelas a 28.000 por el Clima haciendo de las escuelas motor de cambio en su entorno.
También son muchas las ciudades y los municipios que están desarrollando acciones para reducir su huella ambiental, para hacerla más saludables, como destacadamente Pontevedra, con su plan de peatonalización y Vitoria, capital verde Europea 2012. Tenemos una Red de Ciudades Educadoras, una red de Ciudades que Caminan que impulsan los caminos escolares y la ciudad peatonal. Tenemos a la mayor parte de los municipios de España haciendo sus Agendas Urbanas para desarrollar la Agenda 2030.

Hay barrios como Vauban en Friburgo que producen su propia energía desde hace más de dos décadas, hay ciudades como Munich que en 2025 van a ser 100% renovables. Hamburgo cerrará al tráfico de vehículos el 40% de su superficie, creando alternativas de transporte publico y bicicleta. En España Vitoria y Pontevedra nos señalan el camino para conseguirlo mejorando la calidad de vida urbana, combinando medidas de movilidad con la creación de corredores y anillos verdes. Todas nuestras ciudades podrían desarrollar la ordenanza de ciudades 30 para pacificar el tráfico, mejorar la eficiencia del transporte público e impulsar el coche compartido.

Tenemos ejemplos de buenas prácticas de creación de parques agrarios urbanos y circuitos cortos de comercialización que mejoran la resiliencia urbana frente a la crisis global, reducen las emisiones y mejoran la economía y la vida de los agricultores. Hay ciudades que siguen los pasos de San Francisco, primera ciudad del mundo que ha logrado el objetivo de residuos cero generando el compostaje que necesitan sus agricultores y desarrollando una imprescindible minería urbana de recuperación de materiales.

Como nos decían los expertos sabemos lo que hay que hacer y ya lo estamos haciendo. El reto es pasar de las buenas prácticas aisladas al cambio a gran escala y generalizado. Y tenemos que hacerlo no sólo para contener dentro de unos límites el Cambio Climático. Lo tenemos que hacer para hacer frente a la crisis global, que es energética, alimentaria y de recursos. El cambio de rumbo necesario es urgente para asegurarnos un futuro en paz, con justicia y prosperidad.

¿Qué podemos hacer con todas estas piezas para dar un salto cualitativo y cuantitativo en los cambios a producir?

La clave del cambio está en la innovación en las formas de gestión social de la crisis climática y global. Necesitamos poner a funcionar un cuatrimotor mediante la colaboración entre administraciones públicas, centros educativos, sociedad y empresas locales. Para ello hoy necesitamos hacer confluir las iniciativas de arriba abajo, las políticas que desde Europa impulsan la transición ecológica, con las iniciativas de abajo a arriba.


El Derecho a la Ciudad, que es el derecho a vivir en ciudades que garanticen la calidad de vida a todas las personas que las habitan en un medio ambiente sano, para las generaciones presentes y futuras, es el fundamento sobre el que poner a funcionar ese cuatrimotor. Un derecho reconocido por las tres Conferencias de ONU HABITAT y que forma parte de la metodología de la Agenda 2030. Las políticas públicas hoy tienen que ser participativas e integradas para hacer frente a los retos globales.

Para lograr ciudades más resilientes ante la crisis global y más sostenibles es preciso recuperar la tradición de la ciudad mediterránea dónde todo estaba próximo. Hoy ciudades como París abanderan el modelo de la ciudad del cuarto de hora, en la que todo está próximo y accesible siguiendo ideas que en España ha venido desarrollando y aplicando la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Para avanzar hacia este modelo los centros educativos, bien distribuidos por todo el territorio, están llamados a ser el motor dinamizador, generando conocimiento en la acción de transformar nuestros barrios y ciudades en ecobarrios y ecociudades.

Tenemos miles de ejemplos de buenas prácticas de producción y gestión social del Hábitat internacionalmente reconocidas que nos señalan los pasos a dar para lograr ciudades más habitables y sostenibles.

Cualquier profesor o profesora, cualquier directiva escolar, cualquier AMPA, un grupo de estudiantes, puede ser quién haga saltar la chispa. Es necesario crear en nuestras comunidades educativas grupos motores del cambio que inicien una espiral de acción-reflexión transformadora del medio, en colaboración con las asociaciones, empresas y administraciones de su entorno. Identificamos un tema relevante, socialmente sensible, hacemos un diagnóstico participativo, a ser posible con apoyo técnico experto, planificamos una acción, buscamos los recursos, la implementamos y la evaluamos para cerrar un ciclo y abrir otro más amplio, planteando un nuevo reto.

Se puede empezar a coste casi cero implementando caminos escolares seguros y pedibuses, creando un huerto escolar o barrial de uso compartido, tomando iniciativas para ahorrar y autoproducir la propia energía mediante comunidades energéticas, se puede empezar en torno a proyectos de recreos de residuos cero, o renaturalizando espacios para hacer frente a las olas de calor,… en cada sitio se verá por dónde empezar la espiral del cambio de nuestro entorno para hacerlo más habitable y reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.


Vivimos tiempos que requieren audacia, valentía, decisión, perseverancia, tiempos de colaboración entre iniciativas públicas de arriba abajo e iniciativas sociales, de abajo a arriba. La clave es tener voluntad de sumarse al cambio y considerarlo como una oportunidad de aprendizaje y de mejora de nuestras oportunidades para llevar una vida buena dentro de los límites planetarios. Como parte del profesorado, como estudiantes, como madres y padres, abuelos y abuelas, como miembros de asociaciones vecinales, solidarias, ecologistas, de cooperación, como miembros de los gobiernos locales, autonómicos y estatal, como profesionales o emprendedores, todos tenemos la oportunidad de participar en Escuelas por el Cambio.
Muchas gracias